La vacuna CoviVac requiere una segunda dosis luego de dos semanas de la primera aplicación y se basa en el virus inactivado.
Ciudad de México, 25 de marzo (RT).– Rusia ha puesto en circulación su tercera vacuna contra el coronavirus, CoviVac, que fue desarrollada por el Centro Científico Federal de Investigaciones y Desarrollo de Fármacos Inmunobiológicos M.P. Chumakov, afirmó este jueves Valeri Falkov, Ministro de Ciencia y Educación Superior del país.
El fármaco estará disponible en los próximos días en las regiones rusas, señaló.
El Presidente ruso, Vladímir Putin, señaló este lunes que el país ya produjo los primeros lotes de esta vacuna.
A diferencia de las vacunas rusas anticovid Sputnik V y EpiVacCorona, la CoviVac prevé la inyección de la segunda dosis dos semanas después de la primera inoculación en lugar de tres semanas.
La principal diferencia entre la CoviVac y otras vacunas es que se trata de una vacuna muerta, es decir, que se basa en el virus inactivado, y por lo tanto, es incapaz de provocar la enfermedad. Los científicos usaron el cultivo celular ruso que reproducen en el centro tras tomar muestras de los pacientes hospitalizados que contrajeron el COVID-19.
Aidar Ishmujamétov, director general del Centro Científico Federal M.P. Chumakov de Investigaciones y Desarrollo, explicó en una entrevista con RT en días pasados cuál es la diferencia entre este y los demás fármacos contra la COVID-19, cómo funciona el antídoto y cuándo estará disponible para la población, entre otros aspectos.
De entrada, el director del centro, miembro corresponsal de la Academia de Ciencias Rusa, explicó que esta vacuna es “la más clásica”, pues está basada en una plataforma que se utiliza en todo el mundo. Concretamente, el fármaco contiene “el virus íntegro inactivado” cuya plataforma fue desarrollada hace muchos años.
Ishmujamétov detalló que una vacuna inactivada de virus íntegro “modela artificialmente el proceso que ocurre en el organismo cuando se infecta”. De esta forma, el cuerpo “recibe primero una señal de que puede encontrarse con ese agente” y dos semanas después recibe “una señal adicional que le permite movilizar más los sistemas de defensa”, de forma que “estará preparado para un posible encuentro con la infección”, enfatiza el investigador.
El desarrollo de la vacuna se prolongó por espacio de casi un año, “un plazo muy corto”, pues —aseguró— ninguna empresa occidental conocida pudo preparar una vacuna usando esta tecnología en tan poco tiempo.
“Es un fármaco que, definitivamente, no tiene efectos secundarios”, subrayó Ishmujamétov, que afirmó que entre sus voluntarios no se ha observado “ninguna reacción adversa”, siendo el único posible efecto no deseado cierto dolor en el lugar de la inyección. La vacuna tampoco tiene contraindicaciones, si bien ciertas comorbilidades pueden afectar la respuesta inmune, por lo que el investigador no descartó que se puedan necesitar inyecciones adicionales para ciertos grupos.
En cuanto a la efectividad proyectada del antídoto contra diferentes variantes de coronavirus, el científico indicó que, al tratarse de una vacuna de virus completos, “la modificación genética o lo que se denominan cepas o tipos separados del virus no es significativa”, por lo que consideró “difícil” que el fármaco no sea eficaz contra estas cepas.
Respecto a la percepción de la vacuna en Occidente, Ishmujamétov subrayó que su centro lleva 60 años trabajando y ha desarrollado vacunas eficaces contra la poliomielitis y la fiebre amarilla, por lo que “no es necesario demostrar el prestigio del Instituto” ni de sus productos. En este sentido, subrayó que no tienen “el objetivo de convencer a nadie de nada”.